Sunday, January 15, 2012

«SE COMPROMETIÓ EN FAVOR DE LA PAZ»


Aunque Mons. Romero no vivió los tiempos de los Acuerdos de Paz de El Salvador, sí está muy ligado con el proceso de la paz: se dice que su asesinato el 24 de marzo de 1980 hizo estallar la guerra civil salvadoreña, y de manera simbólica al declararse la paz, el pueblo se aglutinó masivamente enfrente de la Catedral Metropolitana de San Salvador adornada con la imagen de Romero (foto). Como que si la ausencia de Mons. Romero—desde su asesinato hasta su reaparición en aquel estandarte en Catedral—coincidía con la ausencia de la paz. De hecho, Mons. Romero—en las palabras del Papa Benedicto XVI—“se comprometió en favor de la paz” (Conferencia de prensa, 7 de mayo del 2007).

La paz salvadoreña encontrada aquel enero de 1992 nos hace pensar la exhortación de Mons. Romero en enero de 1980, el domingo de la Epifanía: “ábranle el campo a Jesucristo, dejen que entre el Rey de la Paz, sometan ante él, con la humildad de los magos, el corazón humilde buscándolo, y encontraremos de verdad la solución de nuestro país”. (Homilía del 6 de enero de 1980.) Pero seguramente, las palabras más alusivas de Mons. Romero por la paz se habían dado el Domingo de la Epifanía de 1978, cuando dijo que:
la paz no es el producto del terror ni del miedo, la paz no es el silencio de los cementerios, la paz no es producto de una violencia y de una represión que calla. La Paz es la aportación generosa, tranquila, de todos para el bien de todos; la paz es dinamismo, la paz es generosidad, es derecho y es deber en que cada uno se sienta en su puesto en esta hermosa familia que la Epifanía nos ilumina con la luz de Dios.
(Hom. 8 de enero de 1978.)

Mons. Romero predicó la paz, y sobre todas las calumnias de la derecha y las tergiversaciones de la izquierda se deben imponer los tres extremos de la formula que Mons. Romero nos dejó para lograr la paz:
  • En primer lugar, Mons. Romero rechazó la violencia: “La violencia no es cristiana, la violencia no es humana, nada violento puede durar ... No es contestando violentamente a la violencia como se va a arreglar la paz del mundo”. (Hom. 11 de mayo 1977.)

  • En segundo lugar, Mons. Romero rechazó el odio y el rencor, haciendo “un llamamiento a la reconciliación con Dios y con los hermanos [que] nos deje en todos los corazones la satisfacción de que somos cristianos y que no quedan huellas de odio y de rencor en el alma. Que seremos firmes sí en defender nuestros derechos, pero con un gran amor en el corazón.” (Hom. 19 de junio 1977.)

  • Y en tercer lugar, Mons. Romero insistió en hacer justicia, precisamente porque es el cimiento más seguro sobre cual se puede establecer la paz: “Sólo la justicia puede ser la raíz de la paz”. (Hom. 27 de agosto 1978.)

Muchos se han preguntado qué diría Mons. Romero sobre una situación u otra, incluyendo las vicisitudes de la vida política de El Salvador, ya sea la situación social en general, o alguna parte de esta, incluyendo los altos niveles de violencia en la actualidad. No nos gusta especular o sacar a Mons. Romero de su cauce histórico para desplazarlo a nuestro capricho para pretender que se pronuncia sobre una realidad que no fue la que él vivió, pero sí dijo algunas palabras cuya relevancia parece ser aplicable a primera cara. “La paz no es ausencia de guerra”, advirtió: “Tampoco es paz el equilibrio de dos fuerzas adversas”—como quien dice ARENA y el FMLN. (Hom. 3 de julio 1977.) Sólo hay paz, “cuando todos los hombres pueden disfrutar sus derechos legítimos, cuando hay libertad, cuando no hay miedo, cuando no hay pueblos sofocados por las armas”, y en El Salvador se puede argumentar que esas condiciones no existen cuando la ciudadanía no ejerce la plenitud de sus derechos porque vive sofocada por miedo a la delincuencia y las armas de la criminalidad.

Pero no es necesario del todo especular, porque Mons. Romero habló sobre el futuro—lo que ahora es el presente de nuestra realidad. Gaspar Romero, el hermano de Monseñor, recuerda que el arzobispo predijo, “mirá, la guerra no la detienen ya ... lo que viene va [a] ser terrible, pero lo más terrible es lo que vendrá después de la guerra”. (Valencia y Arias, EL FARO.) En el registro público, Mons. Romero expandió: “Las violencias seguirán cambiando de nombre, pero habrá siempre violencia, mientras no se cambie la raíz de donde están brotando, como de una fuente fecunda, todas estas cosas tan horrorosas de nuestro ambiente”. (Hom. 25 de septiembre de 1977.)

Y la solución para la violencia—sea cual sea su nombre—siempre es la misma fórmula de la paz que predicó monseñor.

Post Datum:

El Papa Benedicto XVI habló sobre la justicia y la paz a los dirigentes y al personal del Inspectorado de la seguridad pública del Vaticano el 13 de enero del 2012.  El Santo Padre hizo como eco de Mons. Romero diciendo que la paz no es sólo la ausencia de guerra o “el resultado de la acción de los hombres para evitarla”, sino sobre todo “un don de Dios que hay que pedir con fe y que en Jesucristo encuentra la vía para alcanzarla ... La paz verdadera, pues, es una obra por construir cotidianamente con el aporte de la compasión, la solidaridad, la fraternidad y con la colaboración de cada uno”.  Agregó, adhiriéndose aún más a Mons. Romero: “Está profundamente relacionada con la justicia”, y advirtió que no puede haber justicia “cuando, en nombre de una presunta justicia, dominan los criterios de la ganancia, del provecho y del tener, [y] se puede incluso pisotear el valor y la dignidad de la persona humana”.

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