Tuesday, September 10, 2013

5 puntos sobre Mons. Romero y la Teología de la Liberación

 


Las notas de prensa sobre un acercamiento entre el Vaticano y la Teología de la Liberación tienden a vincular ese desarrollo con la noticia de un avance en la causa de beatificación de Mons. Oscar A. Romero, asesinado en El Salvador en 1980, y que está profundamente vinculado con la defensa de los pobres. Aunque el nombre de Romero se asocia a menudo con aquel movimiento católico controversial de América Latina, la relación entre el hombre y el movimiento es ... complicada. He aquí 5 puntos esenciales para tomar en cuenta (y el #4 es probablemente la más importante).
1.     Romero sabía que una corrección del Vaticano a la Teología de la Liberación venía en camino. En julio de 1978, Romero dijo a los fieles que habría “revisiones muy profundas … de la teología de la liberación” tras la visita del Papa Juan Pablo II a México el año siguiente, y Romero advirtió en su última carta pastoral, publicada en agosto de 1979, que una versión politizada de la Teología de la Liberación podría hacer su esencia cristiana parecer “ambigua”, haciendo eco de las inquietudes sentadas por el Papa Juan Pablo II.
2.     Las “revisiones” a la Teología de la Liberación, que el Vaticano promulgó en 1984 y 1986 estuvieron consistentes con las críticas de la Teología de la Liberación que Romero había hecho. En 1974, Romero dijo que deseaba destacar sobre “lo positivo de una verdadera teología de la liberación y también acerca de los serios reparos contra una mala comprensión de la misma”. En 1976, en su primer gran sermón nacional, Romero predicó que, “La liberación de Cristo y de su Iglesia, no se reduce a la dimensión de un proyecto puramente temporal. No reduce sus objetivos a una perspectiva antropocéntrica: a un bienestar material o a iniciativas de orden político o social, económico o cultural”, y agregó con severidad, “Mucho menos puede ser una liberación amparada o que ampara la violencia”. Sus palabras fueron interpretadas en su momento como una condena de la Teología de la Liberación.
3.     El concepto de Mons. Romero sobre Teología de la Liberación tuvo en cuenta las distinciones del card. Ratzinger entre sus corrientes ortodoxas y heterodoxas. “Que conste que yo estudio la teología de la liberación a través de estos teólogos sólidos, como es el Cardenal [Eduardo] Pironio, que actualmente es prefecto de una de las congregaciones del Papa, hombre de la plena confianza del Papa”, dijo Romero en 1977 (el Card. Pironio, argentino, compartió la “teología popular” utilizada por su compatriota el Card. Bergoglio, fue nombrado a liderar la Congregación para los Institutos de vida Consagrada por Pablo VI y el Consejo Pontificio para los Laicos por Juan Pablo II). El pensamiento de Romero sobre la Teología de la Liberación también estuvo informado por el teólogo José María Casciaro (Opus Dei), el fraile franciscano Buenaventura Kloppenburg y el misionero Segundo Galilea (CELAM). Romero nunca se refiere a teólogos de la liberación como Leonardo Boff, Gustavo Gutiérrez , Manuel Pérez y Carlos Mugica. No leía libros sobre teología de la liberación que había recibido como regalos cuando era arzobispo (que se encontraron todavía sellados en sus forros después de su muerte).
4.     Romero tuvo un gran empeño por los pobres y en esto partió el pan con la Teología de la Liberación, pero llegó allí a través de una ruta propia e independiente. Ya en 1941, cuando todavía era un estudiante de seminario (y mucho antes de que se concibiera la Teología de la Liberación) , Romero escribió que, “Los pobres son la encarnación de Cristo. A través de los andrajos, de los ojos oscuros, de la hediondez e las llagas, de las risas de los trastornados... el alma caritativa descubre y adora a Cristo”. Fue influenciado por su estudio de la ascesis, que lo llevó a aceptar la pobreza y la privación. También fue influenciado por los Padres de la Iglesia: el P. Tomás Greenan sitúa a Romero “en la tradición patrística episcopal” de San Basilio y San Ambrosio. El vicario de Romero recuerda que citaba a San Juan Crisóstomo (“¿Deseas honrar el cuerpo de Cristo? No lo desprecies, pues, cuando lo encuentres desnudo en los pobres”), y en sus homilías Romero citó a San Ireneo y a San Agustín.  Por último, Romero estuvo profundamente influenciado por el magisterio social de los papas modernos.
5.     Romero describió su innovación doctrinal como una “Teología de la Transfiguración”.  En cierto sentido, su teología es radicalmente diferente de la Teología de la Liberación, ya que parte de la revelación de Cristo de su divinidad y proclama que, “Cristo colocado en la cumbre del Tabor”—donde los Evangelios nos dicen que la Transfiguración tuvo lugar—“es la imagen bellísima de la liberación”. Desarrollada a lo largo de varias décadas de predicar la fiesta patronal de El Salvador (la fiesta de la Transfiguración), “La Teología de la transfiguración está diciendo que el camino de la redención pasa por la cruz y por el calvario, pero que más allá de la historia está la meta de los cristianos”, dice Romero, haciendo hincapié en la importancia de la muerte y resurrección de Cristo. Cristo invita a sus discípulos—incluyendo a las naciones—Romero predica, a ser transfigurados, y ascender del mundo del pecado y del deseo material a la dignidad de ser hijos de Dios en el cielo, y a trabajar por un mundo más justo, que resulta ser solamente la antesala de la verdadera salvación. Romero predicó esta “teología” extensivamente durante muchos años, y este cuerpo considerable de su obra está a la espera de ser descubierta y explorada. (Por coincidencia, el Card. Ratzinger también publicó su “Instrucción” del 1984 para la Fiesta de la Transfiguración.)
La Iglesia no va a beatificar a Romero porque ha decidido ser indulgente con aquellas tendencias que anteriormente considera estar en error.  También Romero reconocía que la Teología de Liberación se estaba desviando, y habría estado feliz de verla guiada seguramente de regreso al puerto. Por su parte, Mons. Romero fue capaz de navegar las aguas peligrosas y no perder el rumbo.

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